Es un hotel a la antigüa usanza. De esos hoteles formales donde se intenta facilitar la vida del viajero. El chofer de Le Consul nos esperó pacientemente en el aeropuerto, y nos recibió a las dos y media de la madrugada con una sonrisa, sin importarle las dos horas de retraso del avión.
También nos informaron sobre la forma óptima de moverse por Túnez, y nos facilitaron completamente el alquiler de un coche para movernos por el país.
También hay un restaurante en el que la comida es sabrosa, rica y asequible.
Por último, el personal es muy amable y diligente. Si volviera a Túnez de nuevo, volveré a poder alojarme en Le Consul.